Nos habían hablado de el, nos habían contado que era terrible, que volcaba camiones y automóviles, que destrozaba carpas y que era imposible no rendirse ante su mandato.
Le teníamos respeto y quizás hasta un poquito de miedo, sabíamos que si alguien reinaba en la Patagonia sur era el viento. Pero a nosotros nos tocaba empezar nuestro viaje en sus tierras y por lo tanto sospechábamos que tarde o temprano nos tocaría conocerlo. Lo que no imaginábamos era que tan solo a 5 días de salir de la ciudad de Ushuaia se presentaría con tanta fuerza que nos haría pedir refugio desesperadamente en una estancia y hasta pensar en hacer dedo o tomar un bus para salir de la isla luego de que soplara lateralmente durante cuatro días ininterrumpidos en los que no nos dejo salir de la ciudad de Río Grande.
Luego nos tocaría lidiar con el a penas cruzar el Estrecho de Magallanes y nos acompañaría a lo largo de toda la extensa provincia de Santa Cruz, donde en varias oportunidades puso a prueba nuestras piernas, pero sobre todo nuestra cabeza.
Inicialmente la estrategia fue enfrentarlo, una y otra vez intentábamos a base de piernas, equilibrio y tozudez tratar de doblegarlo. Inocentemente pensábamos que podíamos ser mas fuertes que el, pero con tan solo una pequeña ráfaga nos hacia caer en la realidad de que simplemente se estaba entreteniendo con nosotros. La siguiente estrategia fue intentar engañarlo, entonces pasábamos horas enteras estudiando el pronostico para aprovechar las horas de menos viento o en las que muy extrañamente lo tendríamos a favor. El tema es que la naturaleza no se limita a un simple pronostico así que muchas veces nuestros planes se desvanecían ante el mínimo cambio y quedábamos en medio de la ruta envueltos en increíbles ráfagas de viento que no hacían mas que demostrarnos una vez mas lo poco que nosotros podíamos hacer con el. Un poco encaprichados caímos nuevamente en la inocente idea de que cuando se terminara la estepa patagonica y llegáramos a la zona de los lagos el viento ya no seria el mismo, simplemente soplaría con menos intensidad y ya no seria un factor a tener tan en cuenta, pero ya en Junin de los Andes nos daríamos cuenta de lo equivocados que estábamos. Las Lajas, Zapala, Chos Malal, el viento no para nunca?
Finalmente cuando la patagonia se termino y entramos en Mendoza el viento bajo su intensidad y aquel fenómeno indomable que nos había acompañado durante muchos meses pareció marcharse. Pero solo fueron unos días, porque en Malargue volvió con el nombre de Zonda y les podemos asegurar que era el mismo que soplaba en el sur, la misma velocidad, la misma fuerza y el mismo entusiasmo por hacernos sentir que el hace y deshace a su antojo.
Luego en San Juan, en Catamarca y en el Abra del Acay donde por su intensidad creímos que nos estaba despidiendo, que lo que estaba haciendo soplando tan fuerte no era solo por intentar tirarnos de la bici o hacernos creer que no llegaríamos nunca a la cumbre de Abra, sino que le pasaba lo mismo que a nosotros que de tantos meses juntos ya lo habíamos adoptado como a uno mas y ahora que el viaje se estaba terminando le daba pena soltarnos.
Sin embargo, después volvería a aparecer, quizás no tan salvaje como en el sur, quizás no tan fuerte como aquel día en el Acay, pero de una u otra forma se encargaría de hacernos sentir que aun viajaba con nosotros y que así lo haría por siempre.
No podríamos explicar en que momento dejamos de tener al viento como un enemigo y entendimos que era parte de nosotros. Nos gusta creer que es una de esas cosas que por mas que uno intente analizarlas no puede encontrarle una respuesta razonable simplemente porque la respuesta no se encuentra en la razón, sino mas bien en el acto de sentir. Porque en definitiva lo que hizo con nosotros el viento golpeándonos de frente, acariciándonos la cara, empujándonos de atrás o tirándonos de la bici fue hacernos sentir que la vida no se trata de estar en contra o a favor, sino de estar dispuesto a disfrutar lo que nos toque…
Y como un miembro mas y gran protagonista de nuestros viajes ya era hora de que tenga su propio video.
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realmente los envidio(se le puede decir una sana envidia) que pudieron pedalear con el viento, yo hace seis meses que estoy viviendo en Río Gallegos, soy de Catamarca y apenas si puedo pedalear los días de viento
Ufff Rio Gallegos y su viento incansable. Te entendemos perfectamente. Sera cuestion esos dias de ir en la direccion que se le antoje a Don viento jajaja por lo menos nosotros entendimos que luchar contra el es totalmete absurdo y agotador. Abazo grandee y suerte con esos pedaleos!!!
jajajaj genial, chicos! Me reí mucho con el video. Y pensar que yo lo odié tanto y en unos meses nos vamos a volver a reencontrar.. ahhhhhhhhhhhhhhhh!!! Los quiero y abrazo, nos vemos en el Sur!
Gracias lidisima!!! Nos vemos en algunos meses por donde las rafagas nos dejen. Los queremooos!!!